lunes, 21 de noviembre de 2016

Mi Obsesión IV

Junio 2013

No debo. No deberías. Pero entiendo que necesites algún mini-chute de adrenalina en vena. Aunque sean 3 palabras de ese imbécil.

Quiero encontrármelo. Hoy es uno de esos días en los que quiero verlo de nuevo. Será todo lo malo que sea, pero...sus cualidades me enloquecen. He dado sin querer con una conversación que tuvimos. No creí en sus palabras, solo a medias...y a medias no me vale. Pero...DIOS, es sólo volver a leer sus palabras literales y me enciendo. Tiene esa capacidad de infundir fuerza a sus palabras. Lo dice todo tan seguro y serio que impone muchísimo. 

Dicen que no hay nada como la imaginación, o el recuerdo...Pero los recuerdos se van borrando y pierden cierta fuerza en algunas circunstancias. Sin embargo, las palabras. Esas palabras que dijo, tal cual....Hacen revivir bastante mejor todas esas sensaciones que me producía. Y hoy quiero esas sensaciones. Hoy necesito encontrarte y que me desencajes con tus palabras. Quiero imaginarme sometida a tí, en un juego en el que tú y yo sabemos que no me termino de tragar tus palabras pero aún así eres irresistiblemente embriagador y, me guste o no, estoy a tu merced. Quiero ser capaz de alterarme tanto como para no dormir por la noche pensando una y otra vez en tu intensa mirada sobre mi cuerpo, buscando mis ojos para provocarme más. Tu boca de media sonrisa pícara mientras mi respiración está más que entrecortada y aún ni hemos empezado... Y eso solo puedes conseguirlo tú. Con dos palabras eres capaz de hacerme enloquecer. 


Necesito esa locura, necesito alterarme tanto hasta comprender que, en realidad, estoy más tranquila sin ti. Necesito volver a desear no volver a saber de ti y seguir con mi tranquila vida. Necesito que vuelvas para hacerme recordar por qué me aparté de ti, porque hoy....hoy te deseo con todas mis ganas. Y sé...que no acabará bien, pero aún así...estoy pensando mil maneras de volver a dar contigo. Así que ven, cumple mi deseo, provócame, házmelo sentir todo de nuevo...TODO. Lo bueno, que tanto recuerdo por encima de todo, y lo malo...que siempre se me olvida.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Sacudidas I

Fui leyendo en mi cama su correo hasta que llegué a cierta línea.

Tres palabras. Leídas con el tono en que son mandadas.

Se me escapó un jadeo. Las volví a leer. Muchas veces. Cerrando los ojos, repitiéndolo en mi cabeza. Y es que no me lo esperaba.

        “No quiero fallos”

Apreté las piernas, me moví nerviosa. Le imaginaba a él. Me imaginaba a mí. Siempre con un tono sexual e intenso que me provoca.

Cuando leí esas palabras, algo en mí se removió. ¿Cómo es posible que me ponga nerviosa ante la posibilidad de decepcionarlo? Si apruebo con algún fallo, seguirá siendo un apto. Claro que es mejor sin fallos, pero en mi mente me decía que si cometía 1 error pues tampoco se caía el mundo.

Ahora sí.

Quiere que esté muy preparada y, lo mejor de todo: sabe que puedo lograrlo. Confía en mí.

La orden llega a mis entrañas y me veo ante él desnuda, dándole cuentas. Sin fallos, acariciándome y dándome de él lo que deseo. Pero… ¿Y si fallo?


Mi vientre se agita en un revuelo de sentimientos contradictorios.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Acostándome con un afamado

Estaba en su suit. De repente se abrió la puerta con un golpe seco. Nos miramos a los ojos en seguida. Él, que parecía sorprendido me preguntó:

-¿Quién eres tú? ¿Qué haces en mi cuarto?-dijo cerrando de un portazo la puerta. Tiró a una mesa que había detrás de la puerta la tarjeta y vio mi bandolera.

-¿enh? –dijo mientras devolvía sus ojos a los míos.

-Eh.. soy Daphne.  ¡¡¡Me dijiste que te esperara aquí!! –realmente me entró miedo porque parecía que no se acordaba. Pero pronto me daría cuenta de que sólo estaba actuando.

Cristian caminaba hacia mí decidido y con mirada seria…que se iba volviendo a una mirada divertida y lasciva. Yo suspiré aliviada.

-¿Ah...sii?? ¿Daphne dices? –dijo mientras se acercaba más y más a mí, poniendo su cabeza cerca de mi oreja derecha. 

Yo di un paso hacia atrás y me choqué suavemente con la pared.

-Con que Daphne…-me dijo susurrándome al oído.  A mí se me erizó toda la piel.

Cristian me miró a los ojos, se separó un poco de mí y me dijo que no sabía de qué me hablaba. Me dijo que era una ladrona y que tendría que cachearme…

Esbozó una sonrisa maliciosamente y se agachó sin quitarme los ojos de encima. Se arrodilló y fue bajando su mirada.  Puso ambas manos  en mi tobillo derecho, yo aún me mantenía de pie y sin perder el control.  Se sonrió supongo que ante mi resistencia. 

Entonces empezó a palparme la pierna y subiendo, como aquel que busca una pistola…  A mí conforme iba subiendo sus manos por mi pierna ya me estaba empezando a poner mala… y él notó un pequeño tembleque, pero aún así aguante. Me miró y se relamió. Al ver su cara no pude contener un suspiro… ¡¡¡QUE SIGA SUBIENDO YA!! Pero cuando creía que seguiría subiendo…empezó por la otra pierna. Mi cara debió de relajarse o…quizás se reflejara mi decepción porque él me dijo:

-¿¿Qué pasa?? –esperando que le suplicara…pero yo no estaba por la labor...yo no soy como las demás. Qué se habría creído. En lugar de eso puse cara de dura y dije:

-Nada. ¿Encuentras algún arma o vas empezando a creerme…pólice-man?

Eso debió de encenderle porque sin mediar palabra siguió con mi otra pierna. Empezó por abajo como con la otra y yo me relajé puesto que pensaba que tardaría en llegar hasta mi…mis caderas pero entonces, se levantó desplazando su mano derecha por mi muslo levantándome la pierna y quedándose tan cerquita de mí que notaba toda su vitalidad detrás de los vaqueros que llevaba. 

No pude contener la respiración y eché todo el aire para cogerlo de golpe en un jadeo.  Mis manos fueron instintivamente a sus abdominales y con su otra mano él se apoyaba en la pared. 

-Pues no…no he encontrado ninguna pistola. ¿Quieres tú encontrar la mía?

Le miré inmediatamente a los ojos. Mis manos subieron desde sus abdominales hasta por detrás de su cuello, esos pelos tan cortos…hacían q no pudiera agarrárselos bien pero..le acaricié la cara y le besé, apretándome lo poco que podía contra él.

-¿Tomo eso como un sí?

Yo afirmé nerviosamente con la cabeza.

-¿Y tu voz?-sacó la lengua divertido- ¡¡ya te haré yo hablar!!

-¿Y a qué estás esperando? –dije de repente sin vacilar.

Tras un gesto de sorpresa perversa me cogió en brazos y me tiró violentamente a la cama.

Cristian se incorpora sobre las rodillas, y mirándome cual lobo a su presa dice:

-En realidad…no te he cacheado del todo bien…voy a tener que pedirle que se quite la camiseta, señorita.

-Oblígame.

Entonces Cristian de un movimiento me puso boca abajo y comenzó a acariciarme cada pierna con  su mano correspondiente,  de tal forma que no pude contener levantar mi trasero.  Él paró sus manos a pocos centímetros de él. Me estremecí.

-¿Te he obligado lo suficiente para que empieces a hacerme caso, ladrona?

Se incorpora esperando una respuesta mía. Yo me di la vuelta, me medio senté y le obedecí. 

-Aún no. -Dije mientras empezaba a quitarme la camiseta.
-¿Cómo dices…? -me dijo mientras se iba acercando más y más a mi boca.

-Que…aún no me has cacheado por arriba. –Me la quité del todo.

-Qué pervertida- y me besó.

Su beso fue tan fogoso que me tiró para atrás. Se separó un poco y giró la cabeza, volvió a juntar sus labios con los míos y los entreabrió. Sin resistirme le metí la lengua entre ellos y él me correspondió.  Paró el beso y, como yo seguía con la boca entreabierta esperando más, me dio un lametón, sonrió lascivamente ante mi deseo y siguió besándome.   
Se separa y me besa por el cuello. Entre suspiros le digo:

-¿Ahora se cachea así?-seguía con el rol de la ladrona. A ambos nos daba morbo.

Le separé un poco de mí. Él se extrañó pero me dejó hacer.  Le quité la camiseta como si estuviera deseando encontrar un tesoro.  Su mirada se intensificó y empezó a fijarse en mi sujetador y en mi respiración entrecortada. Me invadía el deseo de tenerlo dentro. Mis manos se dirigieron a sus caderas sin echar cuenta a ese torso, y las resbalé por su cuerpo hasta el pantalón, que lo tenía demasiado bajo. Empecé a quitarle el cinturón cuando de repente noté cómo sus manos tocaban mi cintura y bajaban hasta mi trasero.  Le miré y me volvió a tumbar en la cama.

-Como no le pongamos el seguro a la pistola…se disparará sola -me dijo sensualmente.

Me miró el escote y se mordió los labios. Su brazo derecho estaba apoyado en la cama, rodeándome por detrás de mi cuello. Me fijé entonces en todo su torso tatuado. Gotas de sudor empezaban a correrle por el cuerpo y empecé a imaginarme cómo estaría su polla en ese momento. Fui a tocarle por encima de la bragueta cuando su mano derecha comenzó a cachear mis pechos. Gemidos salieron de mi boca y me contorsioné por el  placer.  Un hormigueo empezaba a notarse en mi entrepierna. Le miré el paquete, no pude tocarlo, me mordí el labio y le miré.

-¿Tienes licencia de armas?-me dijo. Ahora usaba ambas manos por encima de mi sujetador.  Gemí y mis piernas intentaron cerrarse.

-Cla..claro que sí, mira en mi bandolera.- le dije. Y cogí sus manos con las mías para que no las moviera de allí. Intentó moverlas y le retuve. Mis ojos le miraron suplicantes.  Relajó sus manos y siguió masajeándomelas, asique yo me relajé también. De repente él me puso ambas manos por encima  de mi cabeza y me las sujetó con la mano del brazo tatuado…Las puntas de los dedos de su mano derecha, que quedaba libre, fueron acariciando mi brazo izquierdo, bajando por mi pecho, por mi cintura,  al llegar a mis muslos me levantó la pierna quedando él entre ellas y pegando su paquete contra mi barriga. Al sentirle arqueé levemente la espalda.  Sus ojos siguieron el recorrido que su mano había hecho. Volviendo la mirada a los míos me dijo:

-Sé buena, solo quiero quitarte el sujetador, que es precioso pero me estorba.

Me moví hacia un lado y él, dirigiendo su mano a mi espalda, me comió la boca desenfrenadamente. Me quitó el sujetador y lo tiró fuertemente a un lado.

Ahora me sujetaba ambas manos con las suyas para poder sostenerse mejor.

Sus ojos decían que le encantaba lo que estaba viendo y su respiración comenzó a entrecortarse.  Se miró el pantalón. Se incorporó, se quitó la correa de un tirón y cayó al suelo junto a mi sujetador. 

Inquieto se quitó el botón y se bajó la cremallera.  Yo no paraba de mirarle de la cara a la…cremallera!! DIOS se le había quedado encasquetada con los nervios. Me levanté y le ayudé a quitársela.

-Oh, Cristian... es increíble –dije mientras le bajaba un poco el pantalón. 

Fue la primera vez que le llamé por su nombre y eso le excito. Se los quitó rápido y me volvió a tumbar, haciéndome sentir toda su polla en mi sexo.  Flexionándome ambas piernas mientras me sujetaba por los muslos.  Me apoyé en su torso mientras empezaba a gemir como una loca.

Me cayó acercando su lengua a mi boca.  Le mordí suavemente la lengua y empezamos a besarnos desenfrenadamente.  Comenzó de nuevo a besarme por el cuello, esta vez sin descanso, bajando hasta mis pechos, lamiéndolos y agarrándomelos. Besándome los pezones, mordiéndomelos suavemente… abrí las piernas más de lo que estaban:

-Cristian...por favor..ponle ya..mmm… el seguro.

Entonces se echó hacia detrás y… allí estaba… todo el tatuaje que se extendía por su bajo abdomen. Era impresionante. Y me quedé petrificada al ver su hermosa polla.  Enseguida me puse como una gatita y se la agarré.

-O me disparas o te disparo- me dijo con voz seca. No podía aguantar más.

Se me nubló la vista, y cuando quise darme cuenta ya estaba tumbada, como antes. Él con el preservativo listo y lamiéndome los muslos con total tranquilidad.  Me quitó las bragas lentamente mirándome a los ojos. Mi respiración se cortaba cada vez más rápido y empecé a temblar.
Dispuesto a introducirse dentro de mí, me miró mi coño y sus pupilas se dilataron. “Es precioso” escuché decir en un susurro. Ahora era él el que se quedaba sin voz y sonreí. Su polla me tocó un poco los labios y me los abrió.

Su expresión era tan sensual como sexual, y sus labios parecían que babeaban.

Me moría de vergüenza asique me tapé con una mano y obtuve su atención. Me sonrió tranquilamente y me besó.

-Vas a tener tu merecido…

Me dijo quedándose sin voz.

-ahora eres tú el que no puede ha…-se introdujo dentro de mí lentamente y me hizo arquear la espalda- aaaah, Cristian… mmmmj.

Se quedó dentro esperando una respuesta. Cuando me recompuse y me di cuenta de todo lo que tenía dentro le miré: “máaas.. mmm más! Muévete! Cris-aah! tian..!! Muévetee!!”

Me embistió y me hizo gemir más alto.  No dejó de moverse…a los dos nos comían las ganas de sentir más y más al otro.  Mis caderas se movían solas.

Él se sentó en la cama y entonces se salió. Me miró perversamente, no me dio tiempo a quejarme porque enseguida me ayudo a sentarme en él.  Me senté suavemente porque aquello…era enorme. Pero en cuanto lo tuve todo dentro otra vez...no había quien me parase. Me agarró del trasero presionándolo contra él y no paraba de mover sus caderas. Qué sexy. No me daba tiempo a fijarme en todo. Solo podía sentir los movimientos dentro de mí. No podía ni mantener los párpados abiertos del placer que estaba recorriendo mi cuerpo. 

-Daphne..no puedo más..dime que vas a correrte… con..migo..ooh - su voz grave gimiendo en mi oído me puso más y más caliente y comenzamos a movernos con más fuerza.

-Un poco más…un poco...más -le contesté.


En poco tiempo gritaría como una verdadera gata mientras nos corríamos y mi cuerpo se estremecía…aún con el de él dentro.