domingo, 22 de enero de 2017

Reflexiones generalizadas I

El hombre con el que conectas sexualmente como habías fantaseado en tus chorreantes fantasías, resulta no ser aquel que te ama, es “un amor”, te adora y eres el centro de su universo.

Y el hombre de tu vida, aún disfrutando con él en la cama, no te da todo lo que necesitas en el sexo, no gime como un macho ibérico demostrando que es el que manda, le hace falta más sangre en las venas. Aunque siempre te vea guapa, no te sorprende por su deseo irrefrenable que le provocas. Prefiere lacitos y lencería pastelosa. Muchas veces no aparenta si quiera ese macho Alfa que todas deseamos que nos empotre contra cualquier superficie donde nos puedan follar, hacernos sentir femeninas, suyas, Diosas, zorritas, putas, verdaderas mujeres gozando sin control.

¿Por qué, Señores?

Habrá gente con suerte. Pero la mayoría, a mi saber, no es así.

Sí, pueden ser hombres impresionantes, inteligentes, maduros (o no), buenos,… Pero quien sacia las necesidades candentes y ultracomplicadas de la mujer: No.

Y la persona que te conoce mejor que nadie en el sexo o quién sabe qué hay que decir según situación… Ese que te vuelve loca de morbo, de pasión, de picardía… Quien al llegar a casa te coger desprevenida en un arrebato para besarte con pasión, desnudarte con estilo provocándote más y más hasta hacerte bajar a su bragueta y abrirla desesperada. Haciendo que pidas su polla como una loca. ESE. Con ese no es posible una relación. Ni la quieres, de hecho.

Pero es jodidamente frustrante pensar: “¡Y esta parte no podrías transferírsela a mi pareja?”

Solo le falta esto para ser perfecto.

Arggg ¬_¬

Y no es que no estés bien con tu pareja, porque si no, no estarías con él. Pero una quiere más y más. Y más y más. Y no lo encuentra todo en una misma persona.



Sintiéndome

Llevo toda la tarde con una gargantilla preciosa y gótica.

Todo un reto para mí. Pero lo he conseguido. Y aún sin que la viese nadie, sólo sintiéndola yo ahí en mi cuello… Me he sentido fenomenal y tremendamente femenina.


Feliz. Haciéndolo para mí misma y por nadie más. Entendiéndome y sincerándome con mi alma de mujer.

domingo, 15 de enero de 2017

La razón

Porque es más divertido ver lo que pasa.

Porque somos masoquistas emocionales. Y aunque estemos en una tranquilidad máxima, necesitamos un meneo a los sentidos. 

Porque de vez en cuando, necesitamos que un acontecimiento impertinente nos complique la vida.

Por eso volvemos a caer.