El hombre con el que conectas
sexualmente como habías fantaseado en tus chorreantes fantasías, resulta no ser
aquel que te ama, es “un amor”, te adora y eres el centro de su universo.
Y el hombre de tu vida, aún
disfrutando con él en la cama, no te da todo lo que necesitas en el sexo, no
gime como un macho ibérico demostrando que es el que manda, le hace falta más
sangre en las venas. Aunque siempre te vea guapa, no te sorprende por su deseo
irrefrenable que le provocas. Prefiere lacitos y lencería pastelosa. Muchas
veces no aparenta si quiera ese macho Alfa que todas deseamos que nos empotre
contra cualquier superficie donde nos puedan follar, hacernos sentir femeninas,
suyas, Diosas, zorritas, putas, verdaderas mujeres gozando sin control.
¿Por qué, Señores?
Habrá gente con suerte. Pero la
mayoría, a mi saber, no es así.
Sí, pueden ser hombres
impresionantes, inteligentes, maduros (o no), buenos,… Pero quien sacia las
necesidades candentes y ultracomplicadas de la mujer: No.
Y la persona que te conoce mejor
que nadie en el sexo o quién sabe qué hay que decir según situación… Ese que te
vuelve loca de morbo, de pasión, de picardía… Quien al llegar a casa te coger
desprevenida en un arrebato para besarte con pasión, desnudarte con estilo
provocándote más y más hasta hacerte bajar a su bragueta y abrirla desesperada.
Haciendo que pidas su polla como una loca. ESE. Con ese no es posible una
relación. Ni la quieres, de hecho.
Pero es jodidamente frustrante
pensar: “¡Y esta parte no podrías transferírsela a mi pareja?”
Solo le falta esto para ser
perfecto.
Arggg ¬_¬
Y no es que no estés bien con tu
pareja, porque si no, no estarías con él. Pero una quiere más y más. Y más y
más. Y no lo encuentra todo en una misma persona.