sábado, 18 de noviembre de 2017

Fantasía y masturbación 1.3

Él estaba a mi lado, apoyándose en la encimera con su cuerpo, agarrándome las manos con su mano izquierda y con la derecha… empezó a tocarme sin más el coño a través de las bragas. Húmeda como estaba, los gemidos salieron de mi boca tan pronto como él me empezó a tocar. Yo miraba al frente, donde estaba el espejo y él encontró mi mirada en él. 

Tenía una mirada intensa y malvada. No dejaba de toqueteármelo pero no se acercaba a mi clítoris. Yo jadeaba y arqueé un poco la espalda. No paraba de jadear y le sostuve la mirada, cada vez más acalorada.

Se acercó a mi oído sin dejar de mirarme.

-Eso es… mírame, zorrita.-Bajó su mirada a mis tetas e hizo un gesto de placer.

Con el brazo derecho presionó adelante y atrás el cuerpo para que me moviera y que éstas se movieran a su vez.

Lo hice, pero quité la mirada del espejo y bajé la cabeza impulsivamente .

-Mírame-dijo a la vez que presionaba mi clítoris entre dos de sus dedos, sacándome un chillido de intenso placer.

 Yo: Sí,… sí,…

Me presionó  un poco más, pasó todos los dedos (menos el gordo) rápido por todo mi sexo y paró. Se incorporó y se puso detrás de mí. Mis rodillas se aflojaron y las flexioné un poco, al instante escuché:

-¡Levanta! Y mírame.

Obedecí. Enseguida pasó índice y anular por detrás de mis bragas y las echó a un lado.

-Mmm…. precioso. Estás que chorreas, bonita.

Me bajó las bragas y quitó del todo… Se curvó sobre mí sin echarme su peso encima.

Abrió sus piernas para mantener el equilibrio, su mano izquierda agarró fuerte mi pelo, mojado también, y me ladeó la cabeza para lamer desde la base de mi cuello hasta el lóbulo derecho.  Todo mirándonos a los ojos en el espejo.

La derecha bajó a mi coño y me separó los labios, haciéndome desear con más ganas que me penetrase de una vez.

Luego cogió su polla y empezó a frotar tooooodo su tronco por él, lubricándolo.

-¿Quieres esto, verdad? -Asentí jadeante, pendiente de lo que sentía en mi coño ardiente.

Me soltó, se agarró a mi trasero y de una embestida me la metió.

-¡Po toma!
-¡AH! -gemí sin contenerme- mm… ¡¡síi!! Sí,… ¡¡más!! ¡¡¡MÁS!!!

 Él siguió follándome fuerte y, poco después, estaba por correrme.  Y por sus gestos, él también.

-¿Lo quieres dentro o esparcido?
-Dentro… ¡¡dentro!!

Me la hincó fuerte una vez más. Vez que creí se correría, pero no.

La sacó despacio. La sacó del todo. Sin correrse. Sin dejarme llegar.

Le miré, gimiendo quejicosa y vi su cara de venganza.


Me agarró suavemente pasando el brazo izquierdo alrededor de mi cintura y me incorporó. Me sujetó, esta vez suave, el brazo derecho y me hizo andar hasta el salón con todos los demás. 

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