domingo, 1 de abril de 2018

Suavecito


Pues me fue besando poco a poco por el cuello mientras me acariciaba los brazos, los pechos y me iba diciendo lo mucho que le gustaba mi personalidad y mi cuerpo, lo suave que era, lo perfecta que es mi piel. Puso la habitación casi a oscuras para que sólo nos centrásemos en sentirnos. Intercalaba sus carias y besos con presión fuerte en mi coño, en los pezones. Luego otra vez carias, luego me agarraba fuerte el culo, lo abría y cerraba mordiéndome el cuello, para luego volver a las caricias. Así me iba calentando más y más.

Me tumbó en la cama, lamiendo el cuello, los pezones, el ombligo, hasta llegar al sexo y allí se quedó un bueeen bueeen rato hasta que me corrí.

Ya metió los dedos viendo cómo estaba y que yo gemía con más intensidad.

Le miré a los ojos y a la polla.

En otro momento me hubiera preguntado qué quería, pero esta vez fue bueno y me la metió sin preguntas. Despacito, haciendo que me pusiera nerviosa y besándome lento para que dejara de quejarme.

Se movió despacio hasta que cogimos los dos el ritmo.

Me da mucha vergüenza cuando me conoce como una loba en celo y luego ve esa otra cara de mí. Muchas veces le quito la mirada o me fijo en su cuerpo tan sexy mientras jadeo. Pero él me hace mirarle, agarrándome la nuca y acercándose a mi boca. Parando de moverse, para hacerme mirarle antes de seguir.

Su cara no era de burla esta vez, pero igualmente me pongo muy tonta en esos momentos.