Pues me fue besando poco a poco
por el cuello mientras me acariciaba los brazos, los pechos y me iba diciendo
lo mucho que le gustaba mi personalidad y mi cuerpo, lo suave que era, lo
perfecta que es mi piel. Puso la habitación casi a oscuras para que sólo nos
centrásemos en sentirnos. Intercalaba sus carias y besos con presión fuerte en
mi coño, en los pezones. Luego otra vez carias, luego me agarraba fuerte el
culo, lo abría y cerraba mordiéndome el cuello, para luego volver a las
caricias. Así me iba calentando más y más.
Me tumbó en la cama, lamiendo el
cuello, los pezones, el ombligo, hasta llegar al sexo y allí se quedó un bueeen
bueeen rato hasta que me corrí.
Ya metió los dedos viendo cómo
estaba y que yo gemía con más intensidad.
Le miré a los ojos y a la polla.
En otro momento me hubiera
preguntado qué quería, pero esta vez fue bueno y me la metió sin preguntas.
Despacito, haciendo que me pusiera nerviosa y besándome lento para que dejara
de quejarme.
Se movió despacio hasta que
cogimos los dos el ritmo.
Me da mucha vergüenza cuando me
conoce como una loba en celo y luego ve esa otra cara de mí. Muchas veces le
quito la mirada o me fijo en su cuerpo tan sexy mientras jadeo. Pero él me hace
mirarle, agarrándome la nuca y acercándose a mi boca. Parando de moverse, para
hacerme mirarle antes de seguir.
Su cara no era de burla esta vez,
pero igualmente me pongo muy tonta en esos momentos.