¿Las tuyas tienen historias?

Hay manos de hombres que cuentan historias.

Los ves trabajar, conducir, comer, elegir un producto, expresarse mientras hablan, movimientos involuntarios, gestos con sus bebés, con sus sobrinos, con niños o adultos, gestos de rabia, de amor, etc.

Y yo pienso: en mi cuerpo esas manos son sutiles. Acariciándome por todos los rincones. Suaves de movimiento y a la vez enérgicas y concisas.

Esas manos con buenas historias son las que me gustan a mí. Esas que saben dar lo que necesito y cuando lo necesito.

Me encantan las mañanas

En su cama, casi desnuda, con unas braguitas semi transparentes de las que sé que le vuelven loco, remoloneando entre sus sábanas.  Veo que él, desnudo, de pie frente a su escritorio, mira unos documentos. Los deja y me mira.

-Uffff

Sonrío. Me estiro y suspiro.

Él se pasa unos pocos minutos mirándome a los ojos. Yo no soy capaz de mantener la mirada tanto tiempo y voy de sus ojos a su cuerpo, a sus ojos, a su cuello, a su boca… Me muerdo el labio sin pensar y me revuelvo sensualmente.

Él se ríe suave y vuelve a la cama.

Notar su cuerpo tumbarse a mi lado, su calor, su fragancia, me despierta un total deseo por él.

Me giro para quedarme cara a cara con él y le beso.

Él enreda los dedos en mi pelo y me devuelve el beso con sensualidad.

Nuestros cuerpos pegados. Calentándose. Despertando hormigueos el uno en el otro.