Fui leyendo en mi cama su correo
hasta que llegué a cierta línea.
Tres palabras. Leídas con el tono
en que son mandadas.
Se me escapó un jadeo. Las volví
a leer. Muchas veces. Cerrando los ojos, repitiéndolo en mi cabeza. Y es que no
me lo esperaba.
“No quiero fallos”
Apreté las piernas, me moví
nerviosa. Le imaginaba a él. Me imaginaba a mí. Siempre con un tono sexual e
intenso que me provoca.
Cuando leí esas palabras, algo en
mí se removió. ¿Cómo es posible que me ponga nerviosa ante la posibilidad de
decepcionarlo? Si apruebo con algún fallo, seguirá siendo un apto. Claro que es mejor sin fallos,
pero en mi mente me decía que si cometía 1 error pues tampoco se caía el mundo.
Ahora sí.
Quiere que esté muy preparada y,
lo mejor de todo: sabe que puedo lograrlo. Confía en mí.
La orden llega a mis entrañas y
me veo ante él desnuda, dándole cuentas. Sin fallos, acariciándome y dándome de
él lo que deseo. Pero… ¿Y si fallo?
Mi vientre se agita en un revuelo
de sentimientos contradictorios.
Mientras no falle él......
ResponderEliminarNo tengo quejas de él. Gracias ;)
EliminarExigir también es una manera de hacerte ver que confían en tus capacidades y si lo haces como debes un premio siempre es mejor que un castigo.
ResponderEliminarBesos Daphne
Gracias por tu opinión.
EliminarOsea que tenías cosquillitas en el bajo vientre -;)
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