Porque es más divertido ver lo que pasa.
Porque somos masoquistas emocionales. Y aunque estemos en una tranquilidad máxima, necesitamos un meneo a los sentidos.
Porque de vez en cuando, necesitamos que un acontecimiento impertinente nos complique la vida.
Por eso volvemos a caer.
Somos humanos finalmente. Besos allí donde te gustan.
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