Me saciaba con sus palabras a mi alma sumisa, pero mi
rebeldía no consiguió cuajar para que él me diera más. Yo lo hice todo por él,
todo lo que me pidió. Pienso que me arrancó mis límites y aun así no fue suficiente.
No valoró mi entrega como yo sí lo valoré de mí misma. O quizás sí.
Por eso que me conocía, me obligó a separarme de él.
Porque me quería a su manera, decidió que lo mejor era no
retenerme más.
Por su forma de ser tan retorcida y yo abriéndome entera para
él, supo que lo mejor para no destrozarme, era dejarme ir.
No sin dejarme claro sus motivos.
No sin darme unas órdenes que quería que cumpliese siempre.
No sin dejarme claro que siempre sería su putita.
Imposible no dejar huella en mí. Me liberó en el día a día,
dejándome encadenada eternamente al licor de su interior. Haciendo que tenga en
cuenta sus órdenes ausentes cuando tengo que tomar ciertas decisiones.
Prevalecen sus palabras y reculo al lugar que me corresponde.
É impressionante como o poder das palavras nos alicerça e vinca num lugar... numa pessoa.
ResponderEliminarBeijos.
Totalmente cierto =)
ResponderEliminarBesos para ti también, Eros.
*** Chica no entiendo nada es un si o un no o todo lo contrario me tienes en ascuas las cosas que ta pasan. Besos
ResponderEliminarJejejeje, gracias. ¡Eso significa que hago bien eso de dejar misterio en mis letras!
ResponderEliminarPor otra parte, así soy yo: ¡un rebujo de todo!
¡Un abrazo!
Una putita como tú no se deja ir, seguro ha de arrepentirse muchas veces. Besos putita, donde sabes.
ResponderEliminarUfffff...
ResponderEliminarMuchas gracias.
Besos para usted.