Él
sabe de sobra que no le desobedeceré, aunque tenga ganas 1.000 y 1 vez de
mandarlo al carajo. Si no está presente, ¿Para qué cumplir aquello que restringe
mis ganas? Pero…
… No
quiero decepcionarlo como mujer, como su putita rebeldemente obediente, cuando
me lo cruce y venga a darme cuentas de lo que he hecho y lo que no.
Y me
mire con su cara burlona mientras que piensa que para ser tan ‘libre’ no tengo
coño de llevarle la contraria.
Con
suerte recibiré de él un halago o, tal vez, palabras sucias que me vuelvan loca
una vez más.
Bom fim-de-semana, Daphne!
ResponderEliminarBeijos
Gracias, igualmente Eros.
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